El desarrollo del país, la expansión de las ciudades y el quehacer diario, son solo algunas de las causales de la contaminación lumínica. El desconocimiento respecto a esta materia, también ha afectado. Y por supuesto, el no comprender sus impactos. Se puede combatir y tratar de evitar, si entendemos que las empresas son la fuente principal de esta contaminación.
La contaminación lumínica es el brillo o resplandor de la luz producido en el cielo nocturno, provocado por la reflexión y difusión de la luz artificial en los gases y partículas de la atmósfera. Esta emisión no cumple una función de mejorar la calidad de vida de los seres humanos, sino que únicamente eleva los niveles de iluminación natural de un lugar. Por esto, la contaminación lumínica es considerada un factor que afecta a la calidad de vida de las personas e incluso de los animales, debido a que provoca alteraciones en los ciclos del sueño.
En el ámbito astronómico y astro-turístico también presenta diversos problemas, no solo no nos deja ver las estrellas, sino que perjudica todas las investigaciones del rubro. Por este motivo es necesario combatir la contaminación lumínica y regular el uso de la iluminación artificial.
Eso es lo que busca el proyecto de ley que ya fue aprobado y del cual soy gestor, su objetivo es proteger el potencial de desarrollo de los cielos del país, tanto para la investigación científica como para el desarrollo turístico, en especial resguardando la calidad astronómica de los cielos del norte grande.
Nuestro país no sólo es reconocido a nivel mundial por la minería, la astronomía también cumple un rol fundamental. Es más, primero se reconoce la astronomía por sobre la minería o la producción vitivinícola, aunque sea difícil de creer.
Los cielos de las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo, constituyen un valioso patrimonio ambiental y cultural, reconocido a nivel internacional como el mejor existente en el hemisferio sur para desarrollar la investigación astronómica. Por ello, el país se prepara para concentrar, desde el año 2024, entre el 60 y el 70% de la capacidad astronómica instalada de todo el mundo, particularmente concentrándose ésta en el llamado “Valle de los Fotones” (el 40% de la capacidad astronómica del mundo completo estará en ese sector de la Región de Antofagasta y el otro 30% estará en la Región de Coquimbo).
Este proyecto no quiere quitar las luces de calles, ni de las plazas, sino que las empresas construyan con una arquitectura mucho más sustentable, que comprendan que sus externalidades también cumplen un rol fundamental. En conclusión, lo que busca este proyecto es cuidar un potencial inagotable, donde Chile y la región de Antofagasta, son los actores principales.