En estos tiempos de cambios e incertidumbre, hay al menos una cosa clara: necesitamos cambiar nuestra manera de extraer, procesar, usar y desechar nuestros recursos, buscando formas de minimizar impactos negativos y maximizar el bienestar social.
Lograr este objetivo requiere de una visión responsable e integradora, que congregue a personas y equipos dinámicos, multidisciplinarios y con miradas diversas detrás de un objetivo común. Este es un gran desafío para la ingeniería del siglo XXI, pero es, finalmente, el único camino de desarrollar una ingeniería sostenible que permita abordar los grandes desafíos que enfrentamos como sociedad.
En este sentido, tanto en el mundo académico como estudiantil, existe la necesidad de que más mujeres se interesen, estudien y desarrollen ingeniería, aportando no solo su mirada experta, sino también su liderazgo en proyectos de impacto positivo, con menor impacto ambiental, más responsables y sostenibles.
Actualmente en la industria nacional, las cifras de profesionales mujeres en ingeniería son mejores que hace un par de décadas, sin embargo, según cifras del estudio Fuerza de Laboral de la Gran Minería Chilena 2021-2030, la participación de mujeres en la industria minera es del 11.7%, lo que demuestra que, en una de las industrias más importantes de nuestro país, la fuerza laboral femenina aún es muy baja. Por lo anterior es que desde el mundo académico vemos la urgencia de incentivar a más jóvenes mujeres a enfrentar el desafío de desarrollar una carrera en ingeniería.
Como comunidad ingenieril, creemos fundamental formar profesionales que no solo tengan sólidos conocimientos técnicos, sino que valoren el trabajo colaborativo, con equipos diversos, equitativos y comprometidos con una visión más amigable y responsable, tanto con nuestras comunidades como con nuestro medio ambiente.