Alexandra Belaunde, Gerenta de ventas, consultoría y estudios de Arcadis Chile
Nuestro país vive una revolución debido al nacimiento de una nueva industria que nos da la oportunidad invaluable de cambiar nuestra matriz exportadora para pasar a ser un ejemplo mundial de producción de energía limpia, en forma de hidrógeno verde.
Pero no se trata de producir cualquier tipo de Hidrógeno Verde. Debemos producir un hidrógeno en base a energías renovables, generando una baja o nula huella de carbono, protegiendo el ecosistema y las comunidades donde están los recursos eólicos y solares. Por lo tanto, el desafío es doble: ser renovable y sostenible.
Y los principales mercados así lo están exigiendo. Si queremos exportar nuestro hidrógeno verde a Europa debe ser renovable. En febrero de este año, la Unión Europea – parte de cuyos países ya han firmado convenios con Chile para abastecerse con esta nueva energía- establecieron las condiciones para ello. Exigen, por ejemplo, que los electrolizadores para la producción de hidrógeno estén conectados a una nueva generación de electricidad a partir de fuentes de energía renovables.
Para ser sostenible, en tanto, se hace necesario identificar y gestionar tempranamente las condiciones de producción y uso del hidrógeno, pertinentes a la realidad de cada macrozona. Esto implica un compromiso de colaboración multisectorial, junto a un Estado promotor y regulador de la industria. Asimismo, se requiere una real y prioritaria participación local, que permita que los territorios se desarrollen de manera integrada en lo social, lo económico, lo ambiental y con gobernanza.
En esta senda existen buenos ejemplos, como lo son las alianzas entre las empresas generadoras de Hidrógeno Renovable que buscan crear sinergias tanto en materia de infraestructura compartida, para reducir el uso de áreas y el efecto sobre los ecosistemas y las comunidades, así como también para aumentar tanto el desarrollo de capital humano local como los impactos positivos sobre los territorios, por ejemplo, a través del empleo de hidrógeno en transporte y calefacción, aumento de conectividad y servicios, etc.
Otro buen ejemplo es el impulso que está dando el Estado a la industria, a través del Comité CORFO liderado por el Ministerio de Energía, a través del cual se está avanzando a nivel central y en las macrozonas de modo multisectorial. En este marco, desde el punto de vista de la regulación ambiental el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) publicó “Criterio de evaluación en el SEIA: Introducción a Proyectos de Hidrógeno Verde” (SEA, 2022) y “Criterio de evaluación en el SEIA: Descripción Integrada de Proyectos para la Generación de Hidrógeno Verde en el SEIA” (SEA, 2023).
Otro tremendo ejemplo de trabajo multisectorial es la Asociación de Hidrógeno Verde de Chile, H2 Chile, creada en 2018 con el fin de acelerar la transición energética a través de la promoción del hidrógeno y su uso en aplicaciones industriales, comerciales, residenciales y de movilidad, buscando posicionar a Chile como uno de los líderes en producción y exportación. H2 Chile ha crecido exponencialmente, reuniendo hoya más de 45 socios y socias profesionales y más 60 empresas que abarcan toda la cadena de valor de esta industria.
No obstante estos avances, no podemos olvidar que se requiere actuar con mayor profundidad y celeridad, pues Chile está compitiendo en la carrera exportadora con otros países del mundo, por lo tanto, necesitamos ser capaces de poner en operación proyectos de hidrógeno renovable y sostenible, pero además debemos hacerlo con rapidez y sin que la prisa nos haga perder el rumbo.