- A pesar de que el norte del país se caracteriza por su geografía árida, es afectado cada año por lluvias estivales, que usualmente son acompañadas por granizo y tormentas eléctricas. Especialistas anuncian que este año podría ser más intenso de lo normal.
Las lluvias estivales, conocidas popularmente como “Invierno Altiplánico” tienen el potencial de generar inundaciones y crecidas de los ríos, que afectan normalmente a ciudades como Calama y San Pedro de Atacama, y también a poblados más vulnerables, como las comunidades indígenas de Alto El Loa y Atacama la Grande.
“Fenómenos de este tipo nos afectan cada año, hemos visto en años anteriores cortes de caminos y carreteras, el aislamiento de comunidades o cortes del suministro de agua potable, por lo que deberíamos prepararnos para estas eventualidades” explicó la Dra. Carolina Gamboa, investigadora en Recursos Hídricos Continentales del Centro Científico Tecnológico de la Región de Antofagasta (CICITEM).
Explicó también que estas condiciones meteorológicas podrían verse incrementadas por el “Fenómeno de La Niña”, que influencia considerablemente el clima en muchas partes del mundo, incluyendo, para este año, un aumento de la temperatura ambiental en las zonas costeras. “Es probable que se produzca también, un aumento de las precipitaciones en la zona altiplánica durante el verano, como resultado de un mayor transporte de humedad desde el este, por el invierno altiplánico, incrementado por el Fenómeno de La Niña”, dijo la especialista. Desde mediados del mes de enero, la Dirección Meteorológica de Chile ya ha comenzado a informar y generar alertas tempranas por el desarrollo de tormentas eléctricas en las zonas cordilleranas de las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta.
La doctora en hidrogeología, agregó que las investigaciones apuntan a que la frecuencia de este tipo de fenómenos se ven afectados por el calentamiento global. “En este aspecto, las proyecciones del cambio climático indican que los eventos extremos serán cada vez más frecuentes”.
Por ello insistió en que “se genera la necesidad de fortalecer las fuentes de monitoreo meteorológico, incrementando los datos químicos e isotópicos de las precipitaciones. Esto nos permitirá generar un modelamiento climático más robusto y fiable, aumentando nuestras posibilidades de alerta temprana, y al mismo tiempo, apoyar las políticas públicas de planificación de infraestructura que proteja a las comunidades y poblados de nuestra Región”, señaló.
“En CICITEM estamos proyectando estas propuestas para el 2021, porque entendemos que existe una brecha de investigación en el nivel de información histórica de la macro zona norte” indicó la facultativa. “Se prevé que las zonas del altiplano se vuelvan más cálidas en el mediano plazo, lo que afectará a la población, los ecosistemas y los sistemas hídricos. No obstante, los cambios futuros en las precipitaciones regionales han sido difíciles de estimar, en parte, debido a la baja resolución de los actuales modelos climáticos globales en relación con la escala de Los Andes”, concluyó.