En el marco de la pandemia Covid-19, que ha afectado a nivel mundial, nacional y regional, se realizó una entrevista a Margarita Lay, Seremi de Ciencias Tecnología e Innovación Macro Zona Norte, para revisar como ha repercutido a la región, dentro de una mirada científica, que nos ayuda a abordar el tema desde otro punto de vista y analizar las acciones y desafíos que se vienen para la región en esta materia.
¿Cómo ha sido la evolución de esta pandemia desde su inicio en la región desde la arista científica?
Luego de la detección del primer caso de COVID-19 en nuestro país el 3 de marzo del presente año, en un principio los casos positivos estuvieron concentrados en la RM y las regiones del sur, pero paulatinamente fueron llegando al norte de nuestro país. Específicamente, en la Región de Antofagasta, el número de casos de COVID-19 positivos se fueron incrementando hasta llegar a su cúspide en la segunda quincena de junio de este año y después decreció. Este brote, lamentablemente, ha dejado al menos 490 fallecidos en la región. En esta pandemia, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI) ha sido fundamental para coordinar a la comunidad científica, para que esta se ponga al servicio de la salud de todas y todos los chilenos. Es así, como pudimos coordinar también, en las regiones de la macrozona norte, la reconversión de laboratorios de investigación en laboratorios de diagnóstico molecular para el COVID-19, para apoyar la red de diagnóstico del MINSAL. Gracias a ese esfuerzo, se ha podido controlar de mejor forma un primer brote de esta pandemia en nuestra macrozona. Sin embargo, como se ha visto en la zona sur extrema del país, como también en otros países, estamos expuestos a la posibilidad de rebrotes, producto de la alta transmisión de contagio causada por este virus. Por ello, no debemos bajar la guardia y estar alerta para controlar un posible rebrote en las regiones del norte del país. Esta situación de incertidumbre seguirá siendo un desafío hasta que se apruebe una vacuna segura y eficaz para prevenir el COVID-19.
¿Qué desafíos surgieron para el área científica o de innovación?
El primer gran desafío para esta Secretaría Ministerial de Ciencia en la macrozona norte fue comenzar a funcionar en medio de una pandemia mundial. Sin embargo, a su vez, ha significado enfrentar nuevos desafíos para la comunidad científica, la cual comenzó a hacerse partícipe de forma muy activa en la generación de soluciones a problemas que antes no habían sido identificados en el contexto de una pandemia como esta. Por ello, las universidades han puesto toda su capacidad científica y tecnológica a disposición de la salud de la población, todo ello ha sido acompañado de un constante apoyo de los Gobiernos Regionales, como también de las empresas de la macrozona norte. Sin esta ayuda en conjunto, no hubiese sido posible controlar esta crisis sanitaria. Entre estos desafíos, como fue mencionado anteriormente, quisiera destacar la transformación de los laboratorios de investigación en unos de diagnóstico para COVID-19, como también, el abordar investigaciones en relación con este virus y su impacto en la sociedad. Además, a través del Ministerio de CTCI junto a la CORFO, se impulsó el desarrollo de tecnologías con innovación que fueron escasos en su momento por la situación de la pandemia. Eso incentivó a grupos de investigadores/as, como también emprendedores/as a diseñar y desarrollar Elementos de Protección para el Personal de Salud (EPPs), y a desarrollar prototipos de ventiladores mecánicos. Por otra parte, en el contexto de esta pandemia, también se han enfocado los esfuerzos para llevar adelante los objetivos del proyecto FIC-R de Antofagasta, “Creación del Atacama Desert Vaccine Laboratory para desarrollar vacunas en Antofagasta” que está siendo liderada por la Universidad de Antofagasta, en colaboración con el Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia, que tiene como principal objetivo desarrollar vacunas y diseñar una planta de manufactura de vacunas en la región, lo que impulsaría la innovación a partir del I+D+i, como también la reactivación y la diversificación de la matriz económica de la región.
¿Qué acciones han implementado como seremia para contribuir a controlar esta pandemia?
La primera acción concreta fue ponernos a disposición de los Gobiernos Regionales, participando en las mesas sociales y técnicas para contribuir a buscar soluciones en torno al impacto de esta pandemia en las cuatro regiones de la macrozona norte. Específicamente, como menciono anteriormente, en un esfuerzo conjunto con las universidades, la comunidad científica, el sector privado y el apoyo de los intendentes regionales, pudimos concretar la instalación de cinco laboratorios en la macrozona norte que se unieron a la red de laboratorios universitarios para el diagnóstico para COVID-19, liderado por el Ministerio de CTCI y la cartera de Salud. En sus inicios, la Región de Antofagasta era la única que contaba con un centro de diagnóstico COVID-19 para toda la macrozona norte. Luego, entre marzo y abril, el Ministerio de CTCI gestionó rápidamente la autorización del MINSAL para la habilitación de laboratorios de investigación de la Universidades de Atacama, de Antofagasta, Arturo Prat y de la Seremi de Salud de Arica y Parinacota asociada a la Universidad de Tarapacá para el diagnóstico COVID-19. Finalmente, se habilitó el laboratorio de la U. Católica del Norte. Todos estos laboratorios han contribuido de forma importante para el diagnóstico COVID-19 en las cuatro regiones del extremo norte del país, realizando más del 45% de todos los exámenes PCR de toda la macrozona norte. Por ejemplo, en la Región de Atacama, el laboratorio de Biología Molecular de la Universidad de Atacama ha realizado el 100% de los exámenes para el diagnóstico COVID-19 en la región, llegando a realizar más de 55 mil test de PCR. Por otro lado, las Universidades de Antofagasta y Católica del Norte, a la fecha, han realizado el 25.5% de los diagnósticos en la Región de Antofagasta. De forma similar, en la Región de Tarapacá, el laboratorio de diagnóstico molecular “Wintata”, dependiente de la U. Arturo Prat, ha procesado más del 21% de todos los exámenes PCR de esa región. Finalmente, en la Región de Arica y Parinacota, se acondicionó el Laboratorio de Salud Pública, Ambiental y Laboral, para procesar las muestras sospechosas de COVID-19, gracias a los esfuerzos de la Seremi de Salud en colaboración con la Universidad de Tarapacá, realizando más del 35% de todos los exámenes de esa región. En la misma línea, estamos apoyando a la Dra. Alexandra Galetovic, académica de la Universidad de Antofagasta quien, junto a su equipo de investigación, se adjudicaron el Fondo COVID-19 de la ANID con su proyecto que tiene como objetivo detectar los principales el SARS-CoV-2 junto a otros virus respiratorios a la vez, por medio de la secuenciación metagenómica y la tecnología de Nanoporo (SMNT). Sin embargo, para que la Dra. Galetovic pueda desarrollar su tecnología, además se necesitan recursos para implementar infraestructura y equipamiento especial para tener una sala de Bioseguridad de nivel 3 que sólo existen 2 en nuestro país y permite manipular, de forma segura, patógenos peligrosos como el SARS-CoV2. Es por esa razón, que agradecemos la colaboración de las empresas privadas en apoyar estas investigaciones que se realizan en las universidades de nuestra macrozona que buscan dar soluciones, con talento regional, a la salud de la población en estos tiempos difíciles de Pandemia.
¿Qué necesidades se develaron en medio de esta crisis en relación a su cartera?
Lo primero, fue la necesidad de contar con una red de laboratorios para el diagnóstico COVID-19, lo cual se coordinó con celeridad, implementándose 5 laboratorios en las 4 regiones de la macrozona norte. Además, fue necesario desarrollar rápidamente capacidades para la fabricación de EPPs y equipos de asistencia médica, tales como los ventiladores mecánicos, lo que la comunidad científica y emprendedores con base científico tecnológicas respondieron rápidamente en realizar en nuestra macrozona. El Ministerio de CTCI junto a la CORFO apoyaron con fondos para ello. Por otro lado, también se develó la necesidad de estar mejor preparados como país en contar con vacunas de una forma oportuna y equitativa, especialmente en el caso de una pandemia como esta. En ese sentido, el Ministerio de CTCI ha liderado la estrategia nacional de vacunas, en el cual nuestra comunidad científica está participando en probar vacunas candidatas para COVID-19, a través de ensayos clínicos, para que una vez que estas sean aprobadas por las agencias regulatorias nacionales e internacionales, los y las chileno/as puedan protegerse de la infección por el virus causante del COVID-19. Por otro lado, se puso en evidencia, ya que Chile no cuenta con una planta de manufactura de vacunas, la falta de autonomía de nuestro país en el abastecimiento de vacunas en una crisis como la que estamos viviendo. Por ello, el Gobierno Regional de Antofagasta, liderado por el Intendente Edgar Blanco, está impulsando un proyecto de tener una planta de manufactura de vacunas en Antofagasta que nació en la Universidad de Antofagasta y que ayudaría a tener un desarrollo de tecnologías biotecnológicas biomédicas, como también poder diversificar la matriz económica y generar nuevos empleos en la región. Este proyecto sólo es posible de lograr con la ayuda de todos los sectores, tanto del sector público como privado. Además, se develaron la necesidad de estudiar, desarrollar e innovar, ya que esta pandemia ha tenido un impacto en los más diversos ámbitos del conocimiento y de nuestras vidas que han afectado, en lo económico, en lo social, como también en lo sicológico, etc. Para ello, el Ministerio de CTCI apoyó el impacto de esta crisis por medio del Fondo de I+D COVID-19. Por otro lado, hubo la necesidad de reunirse en torno a mesas sociales, dirigidas por los Intendentes de cada región de la macrozona norte, en las cuales hemos participado de ellas de forma activa junto con los diferentes actores relevantes de cada región en torno al tema para enfrentar esta crisis de la mejor forma.
¿Cómo ha sido la vinculación con las universidades de la región en relación a cooperar a enfrentar esta pandemia?
Ha sido de total disposición y ha estado muy dispuestas en colaborar para ayudar a solucionar las distintas problemáticas que se han identificado en esta pandemia. En este sentido, se han estrechado los lazos entre las universidades de cada región y de la macrozona norte, de esta forma se pudo lograr, como fue mencionado anteriormente, la constitución de una red de laboratorios universitarios para el diagnóstico COVID-19. Además, han puesto a disposición sus capacidades para dar soluciones a los desafíos que ha presentado esta crisis, tales como el desarrollo de EPPs, a través de tecnologías como impresoras 3D, que en un momento fueron de gran necesidad en medio de esta pandemia. Las universidades también han jugado un rol fundamental en las mesas sociales de las regiones de la macrozona norte, colaborando activamente con los Gobiernos Regionales para enfrentar esta crisis sanitaria.
¿Qué prioridades se vislumbran hoy para la ciencia e innovación en la región con esta experiencia?
Se vislumbran como prioridad el estar mejor preparados en varios aspectos. Lo primero, tener un capital humano avanzado que esté muy bien coordinado, con una mejor infraestructura y mayor equipamiento que permita investigar, desarrollar e innovar rápidamente para poder enfrentar una crisis de esta magnitud, la que se puede presentar en cualquier momento. Para ello, se necesita establecer más centros para que se realice el I+D+i, pero también, en los cuales se puedan desarrollar la industria del conocimiento. Además, se deben aumentar las capacidades de infraestructura y equipamiento para poder manufacturar nuevas tecnologías y productos con innovación con base científico-tecnológica. Así, por ejemplo, se podrá diseñar y manufacturar, de forma rápida y eficiente: EPPs con aplicaciones de cobre, un mineral, el cual se conoce de tener propiedades antibacteriales y antivirales; equipamiento de asistencia médica, como ventiladores mecánicos; y por qué no, vacunas hechas en la macrozona norte. Con todo ello, se podrá mejorar nuestra capacidad de anticipación y respuesta a una eventual pandemia en el futuro.