El Día Internacional de la Eficiencia Energética, efeméride que conmemoramos cada 5 de marzo, adquiere una dimensión crucial en el contexto actual de la crisis climática y nos invita a reflexionar sobre el papel crucial que significa para Chile al ser un país altamente vulnerable al clima.
Como país suscribimos el compromiso de ser carbono neutrales antes del 2050 y el Gobierno de nuestro Presidente Gabriel Boric, lo ratificó con la promulgación de la Ley Marco de Cambio Climático.
En este contexto, desde el año 2021 contamos con la ley de Eficiencia Energética (N°21.305), que establece la elaboración de un Plan Nacional de Eficiencia Energética. A través de estas iniciativas, como país establecimos importantes metas que nos permitirán al 2030 generar un ahorro acumulado de US$15.200 millones y una significativa reducción de 28,6 millones de toneladas de CO2. Estos números, equivalen a evitar el recorrido anual de 15,8 millones de vehículos livianos o la absorción anual de 1,8 millones de hectáreas de bosque nativo, lo cual subrayan la importancia de actuar con premura.
Este marco normativo se torna fundamental para alcanzar la meta de ser un país carbono neutral, pues busca no solo fomentar el uso eficiente de recursos energéticos, sino también proyectar beneficios tangibles.
En el ámbito de los grandes consumidores, la ley obliga a empresas con consumos mayores de 50 tera-calorías a implementar y mantener un Sistema de Gestión de la Energía (SGE). La aplicación del artículo 2 de la Ley, lleva un poco más de un año. Sin embargo, ya se han emitido dos listados de Consumidores con Capacidad de Gestión de Energía (CCGE), contabilizándose a nivel nacional cerca de 274 CCGE en total, quienes, a marzo del 2024, al menos aquellas que superen las 100 tcal, deberán tener un SGE implementado, marcando un avance significativo. Muchos de los grandes consumidores se ubican en la estratégica región de Antofagasta, quienes desempeñan un rol gravitante para cumplir con las metas propuestas.
En este sentido, la región epicentro minero y energético, se posiciona como un actor clave en este escenario. La minería desempeña un papel fundamental al proporcionar los metales necesarios, como el cobre, para infraestructuras claves para la transición energética. No obstante, la minería es responsables de 22,2% de las emisiones de GEI, pero no son los únicos. El mayor desafío en nuestra región lo tienen las empresas de generación que son responsables del 61,5% de las emisiones de GEI.
En la transición energética, donde la eficiencia energética constituye el 35% de las reducciones comprometidas para 2050, las industrias no solo asumen una responsabilidad ambiental, sino también preponderante en el desarrollo sostenible de Chile. La apuesta por tecnologías limpias y la implementación de prácticas eficientes son la senda hacia un futuro energético más sostenible y resiliente para Chile.
Por esto, de todos los aspectos implicados en la transición energética, como la promoción de energías renovables, el despliegue de electromovilidad o el impulso decidido de la industria del hidrógeno verde, ninguno toma tanto valor como la eficiencia energética.
Los distintos sectores de la actividad económica (servicios, comercio, industria, entre otros) son primordiales, por lo cual su responsabilidad debe ir más allá de la producción, extendiéndose a alcanzar la sostenibilidad, por lo cual su papel en esta transición es determinante para el éxito de las metas de eficiencia energética.