Movilizar la ciencia y la tecnología para resolver los desafíos críticos de la sociedad y estimular el crecimiento económico a largo plazo es fundamental. Aun cuando en Chile se han formado investigadores de talla mundial y la oferta universitaria de formación en investigación es potente, la inversión en investigación y desarrollo es insuficiente para abordar problemas complejos de salud, gestión ambiental, protección a la biodiversidad, desastres naturales entre otros, lo que impacta directamente en el desarrollo económico y social del país.
La UNESCO, en 2001, proclamó el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo para destacar su importancia en la sociedad y la necesidad de involucrar a un público diverso en los debates sobre temas científicos emergentes, así como su relevancia en la vida cotidiana. Por ello, desde 2018, cada 1 de octubre, se celebra en Chile el día nacional de las ciencias, la tecnología, el conocimiento y la innovación, que tiene como finalidad que todas las instituciones que abordan el quehacer científico puedan realizar actividades de promoción que involucren a toda la sociedad.
Esta iniciativa pone de manifiesto la relevancia de la contribución que realiza la ciencia a la sociedad, pues ésta es la base del conocimiento, la tecnología y la innovación que, sin duda, es una herramienta fundamental para el desarrollo de un país. Este día también nos recuerda que el conocimiento adquirido a través de la ciencia no debe quedarse únicamente en las comunidades científicas, sino que debe trasmitirse a la sociedad, para que ésta comprenda que es parte de y para todos. Las instancias de divulgación científica son especialmente importantes a nivel de las instituciones educacionales, ya que son ellas las principales encargadas de trasmitir el conocimiento, en el amplio sentido de la palabra, y debiera ser su meta conseguir que la ciencia se vuelva un tema de la vida cotidiana. Así mismo, esta es una nueva oportunidad para motivar principalmente a los niños, niñas y jóvenes que se encuentran en edad escolar, junto a sus profesores y profesoras, a observar su entorno, a ser curiosos por descubrir y comprender nuevos fenómenos, a desarrollar el pensamiento crítico y tal vez así, comenzar a formar a las y los futuros científicos de nuestro país.
Por: Mg. Ximena Fernández, epidemióloga y académica de la U.Central Región de Coquimbo