Director de la Escuela de Psicología de la UCN, Roberto Stolzenbach, destacó las ventajas y desventajas de esta modalidad laboral incorporada por distintas entidades debido a la pandemia.
La emergencia sanitaria provocada por el COVID-19 ha impulsado a distintas empresas, universidades y entidades públicas y privadas de la región de Antofagasta y el país, a incorporar el teletrabajo para dar continuidad a sus actividades.
Esta modalidad laboral, de rápido crecimiento, fue analizada por el director de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Norte (UCN), Dr. Roberto Stolzenbach, quien señala que esta alternativa forma parte de las estrategias recomendadas a nivel mundial para contener la tasa de contagio del Coronavirus entre la población y dar continuidad a los servicios y procesos productivos.
El académico indicó que el teletrabajo permite realizar actividades desde un lugar distinto al habitual, como una oficina, mediante el uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs).
Agregó que esta modalidad laboral supone ventajas, como la disminución de gastos de transporte y arriendo de espacios para laborar; el ahorro de tiempo de traslado a la oficina; una elevada autonomía para tomar decisiones y acciones; flexibilidad para ajustar horarios de trabajo; y facilidades para dar continuidad a procesos cuando las condiciones ambientales, sanitarias o sociales impiden la presencia en los lugares de trabajo; entre otras.
Entre las desventajas señaló la pérdida de contacto con la realidad institucional y equipo de trabajo, lo que deriva en desconocimiento de situaciones que está viviendo o ya ha vivido la empresa o integrantes del equipo. Puede existir demora en la toma de conocimiento de decisiones institucionales; y los costos de electricidad, equipos y conectividad son asumidos por el trabajador.
Añadió que -en las primeras etapas de su implementación- la cultura laboral puede impedir un aprovechamiento cabal de las potencialidades del teletrabajo para la producción, pudiendo generar fallos o rezagos en la entrega del trabajo, entre otras dificultades.
Si bien esta modalidad de trabajo comenzó a instaurarse como una alternativa incipiente para dar continuidad a la producción desde la década de los 80´, es recién a finales de los 90’ cuando empieza a capitalizarse como una modalidad factible y sustentable de utilizar de forma masiva en las empresas.
“Ya sea derivado del contexto social actual, la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 u otros fenómenos masivos que afecten la cotidianeidad, el teletrabajo llegó para quedarse”, afirma el académico de la UCN, quien puso de relieve que solo el tiempo y el cambio cultural necesario entre la población, podrán aprovechar sus virtudes y evitar las prácticas contra productivas.