La construcción representa entre el 8% y el 10% del PIB, dependiendo del año, ya que es muy voluble a los indicadores macroeconómicos. Por otra parte, tiene comportamientos cíclicos similares en su periodicidad a la economía, es decir, cada cierto tiempo hay una crisis. Se trata de una industria sensible a los cambios, que presenta fluctuaciones incluso más profundas a las observadas en las variaciones económicas del país.
En la actualidad, nos encontramos con un escenario de crisis mundial generado principalmente por la pandemia, y a esto se suma el sobre stock de departamentos y oficinas, debido a que muchos financieros optaron por invertir en inmuebles, debido a que hipotéticamente tenían mejor rentabilidad. El problema es que esta decisión de inversión la tomaron personas naturales y grandes conglomerados, quienes compraron departamentos para luego arrendarlos, lo que no se ha podido concretar en su totalidad.
Dado este contexto, cabe preguntarse: ¿cuáles son las proyecciones y desafíos que la construcción enfrentará este 2024?
Por un lado se espera un aumento de las obras civiles de infraestructura financiadas vía concesiones, y de aquellas vinculadas a la minera privada y pública. En este ámbito, destacan aquellos proyectos de expansión que van más allá del cobre, y que contribuyen a la eficiencia de la minería. Sin duda, la infraestructura minera la aportará estabilidad y repunte a la actividad económica durante el 2024.
Asimismo, se observa un incremento en el gasto en viviendas sociales, gracias a las políticas públicas anunciadas hace algunos meses por el Gobierno, que tiene como meta aumentar cuatro veces el gasto en este ítem.
Por otro lado, se observan señales de pesimismo en las obras privadas, debido a la baja inversión -tal como viene ocurriendo con las inmobiliarias desde el 2019-, lo que augura que probablemente más empresas quiebren, principalmente en el primer semestre. También, se identifican problemas de corto plazo, como el sobre stock, pero destaca una posible baja de las tasas de interés, por lo que se espera un repunte hacia el final del próximo año.
Pese a lo complejo de este 2024 para la construcción, es necesario hacer hincapié en que esta industria no solo es un motor para la economía nacional y generador de empleo, sino que también contribuye al progreso y desarrollo del país. La construcción de infraestructuras de calidad promueve un aumento en la competitividad global, atrae inversiones extranjeras y mejora la calidad de vida de los chilenos.
Por lo tanto, es fundamental que tanto el Gobierno como las empresas del sector trabajen en conjunto para seguir impulsando y fortaleciendo la construcción en Chile, aprovechando al máximo su potencial y asegurando un futuro próspero para todos.